Segundo y tercer ingreso por golpe

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Segundo y tercer ingreso por golpe
Evitar los golpes es una de las cosas que como padres, está en nuestra mano evitar aunque no siempre es posible por muchos medios que pongas. A continuación os cuento como fueron los dos últimos que hemos tenido hasta la fecha. 


Buenas y bienvenido a este nuevo post. En esta ocasión os contaré cómo fueron el segundo y tercer ingreso (y por suerte los últimos)  por golpe que tuvo la niña.

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Segundo golpe con trombocitopenia inmune

Este segundo golpe fue uno de los más duros a nivel anímico y ocurrió estando de vacaciones en una localidad diferente a la nuestra.

Fue a principios de Agosto unos dos meses después del primer ingreso. La niña tendría unos 2 años y 8 meses y estábamos en nuestra casa del pueblo. Habíamos adaptado la habitación de la niña para hacerla lo más segura posible. Teníamos colchones en una esquina de la habitación, pusimos la cama contra esos colchones, pusimos barreras a la cama, juntamos otra cama para que en caso de que la niña saltara las barreras dormida (cosa que ocurrió), no cayera al suelo, pusimos colchonetas en el suelo y aparte la cámara para tenerla vigilada toda la noche.

Solo faltaba que me quedara toda la noche despierto vigilando. Pues parece que eso tendría que haber hecho, ya que por una serie de catastróficas desdichas (como la peli) la niña se cayó de la cama.

¿Qué ocurrió?

Resulta que esa noche se nos olvidó juntar del todo la segunda cama (había que apartarla para meter a la niña en la cama) y aparte, parece que la barrera no estaba bien colocada. Así que en mitad de la noche, la niña se apoyó contra la barrera, esta se desplazó y la niña cayó por el hueco que había entre las dos camas.

Cuando nos levantamos estábamos alucinando, con todo lo que teníamos puesto y de nuevo, por despistes y errores, un golpe.

Como siempre nos dijeron que si el golpe era por caída había que vigilarlo, lo pensamos bien y finalmente decidimos ir al hospital. Así que preparamos la mochila para pasar una o dos noches y cogimos el coche.

Al estar de vacaciones tuvimos que conducir una hora hasta llegar al hospital de Salamanca, que es donde nos recomendó nuestro médico que fuéramos en caso de problemas, ya que tienen un buen equipo de hematólogos.

Ya en el hospital

Una vez en el hospital, pues lo de siempre para casos de púrpura trombocitopénica inmune, unas pruebas de equilibrio, distancia focal, preguntas y ala, ingresada y con una vía.

La diferencia con las otras veces es que allí el protocolo variaba un poco. Pasamos dos días allí, y durante ese tiempo no la dieron de comer ni de beber. La pusieron suero y nos dijeron que la niña iba a tener todos los nutrientes necesarios, pero claro, la sensación de sed no se le quita.

Aparte, en el hospital haría como 26º día y noche (hubo ola de calor) y eso era insufrible.

Lo peor era escuchar a tu propia hija durante dos días pedirte agua o comida y no poder dársela.

Según nos dijeron, el motivo era porque si tenían que operar de urgencia el estómago tenía que estar vacío.

Durante la estancia la dieron corticoides y subió de 2.000 plaquetas a 16.000, nada realmente significativo. Esta fue la segunda vez que la medicaron.

Por si no era suficiente con el ingreso, nos pasa esto

Para más inri, la segunda noche tuvimos un problema con un individuo por llamarlo de alguna forma. Yo dormía en la habitación y mi mujer en la sala de espera, pero esta segunda noche había un gitano cuya mujer iba a dar a luz. Pues en mitad de la noche se acercó a mí mujer y la dio un beso en la cabeza.

Mi mujer se asustó y obviamente vino a la habitación llorando, así que ella se quedó en la habitación y yo fui a la sala de espera. Allí estaba el imbécil ese y aparte más gente. Busque enfermeras para comentarlas lo que había pasado y que llamaran a seguridad pero no había nadie.

Así que después de estar un rato allí, como era imposible dormir ya que estaba todo el rato haciendo ruidos y encendiendo un mechero, me fui a dormir a los pasillos en una zona apartada, tumbado en las sillas de plástico.

Y os preguntaréis, ¿porque no le partiste la cara?, pues porque bastante teníamos con lo que teníamos y hacer eso solo complicaría nuestra estancia y nos traería más problemas. Al día siguiente intentamos encontrarlo para decírselo a las enfermeras o poder denunciarlo, pero no le vimos.

Ni agua poco antes de darla el alta

Así que bueno, los dos días se desarrollaron bastante mal en general. Al segundo día en el que ya sabíamos que nos daban el alta dijimos a la doctora a ver si podíamos dar agua a la niña y nos dijo que avisaba a las enfermeras.

Pasó una hora y nada, no vino nadie. Hablamos con las enfermeras y nos dijeron que ellas no tenían apuntado nada. En una de estas entro una chica a limpiar y vio a mi mujer llorando la contamos lo que pasaba y salió a hablar con las enfermeras.

No sé qué las diría, pero al rato vino la doctora a decirnos que podíamos darla agua, que se la había olvidado apuntar a las enfermeras que ya podía comer y beber.

Así que por fin la pequeñaja pudo beber como si no hubiera mañana. También la subimos un cola-cao y alguna cosita más.

Poco antes de comer nos dieron el alta y por fin pudimos irnos de allí después de haber vivido está horrible experiencia. Mientras volvíamos tuvimos claro que sí nos volvía a pasar ya sea este u otro año, en vez de volver a este hospital, nos volveríamos a nuestra ciudad natal aunque el viaje fuera más largo (unas 4h), dando por finalizadas las vacaciones.

Tercer golpe con trombocitopenia inmune

Este tercer ingreso fue a finales de Septiembre, más o menos dos meses después del de Salamanca y la niña tendría 2 años y 10 meses.

¿Qué ocurrió?

En una tarde tranquila íbamos paseando por un carril bici y la niña me pidió subirse a un murete (similar a el de la foto de abajo). Yo accedí (aunque no muy convencido) porque el muro tenía una valla, por lo que la niña iría por un lado agarrada a la valla sin opción a caerse, y por el otro lado estaría yo, atento, con mis reflejos de guepardo, ¿que podría salir mal?.
Pues resulta que algo salió mal, la niña iba andando por el muro mientras se agarraba a la valla y uno de los pies no piso correctamente el muro y se fue hacia delante.

Con que yo la hubiera agarrado un poco hubiera bastado ya que al suelo no iba a caer, como mucho caía sobre el muro. Pero lo que hice fue agarrarla fuerte contra la valla, para que no se cayera entre el muro y yo (cosa imposible porque yo estaba pegado contra el muro) con tan mala suerte que pegó con la cabeza contra la valla.

Debido a la Púrpura Trombocitopénica Idiopática a los 20 segundos ya tenía un chichón bastante elegante. En este caso era de forma alargada y no me gustó nada.

Obviamente la niña estaba llorando, así que la cogí en brazos y me la llevé a casa mientras la consolaba. De camino a casa, la niña que no es tonta ya se olía lo que iba a pasar y me preguntaba todo el rato si íbamos a ir al hospital.

Cuando en casa la dijimos que si (mientras hacíamos la bolsa para pasar una noche o dos en el hospital) se cogió otra llorera, la animamos como pudimos, pero fue difícil. Lo planteamos como si fueran unas vacaciones o que nos íbamos a un hotel donde nos iban a atender de lujo y al parecerle divertido, se animó un poco.

De nuevo en el hospital

Al llegar al hospital, el protocolo para la PTI fue el esperado. Explicar exactamente el golpe, hacerla pruebas de equilibrio, habla y distancia focal, para finalmente quedar ingresada en observación.

Otra de las cosas habituales era ponerle una vía por si la tienen que medicar o sacarla sangre y esto era lo que más pánico le daba a la niña. Le daba tanto miedo que cuando oyó que una de las enfermeras dijo la palabra vía se hizo un poco de pis encima.

El resto de tiempo no fue nada especial, pasar la noche e irnos al día siguiente.

Como dato curioso os cuento que en el análisis de sangre salió como resultado que tenía 20.000 plaquetas. Nos ilusionarnos mucho, pero en semanas posteriores en su revisión normal volvió a tener por debajo de 10.000. El médico nos explicó que muy posiblemente se debió a que el estrés y miedo pasado por la niña, provocó que el cuerpo generara 'cortisol', una especie de hormona similar a los corticoides y que actúa como ellos, inhibiendo ligeramente el sistema inmune.

Y así terminó este ingreso que por suerte es el último hasta la fecha.

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Aunque son malas experiencias, ambas nos sirvieron para aprender un poco mas sobre la enfermedad y sobre que no debes confiarte aunque creas que lo tienes todo controlado.

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